jueves, 31 de diciembre de 2009

Indumentaria

31/12/2009 para Suplemento Moda & Belleza del diario La Nación

La carrera de la UBA marcó un hito en la moda argentina. Saulquin, una de sus mentoras, celebra sus 20 primeros años



Hubo un tiempo en el que el Diseño de Indumentaria y Textil en el ámbito universitario ni siquiera era una idea. El 19 de noviembre se festejaron 20 años de la creación de esa carrera en la Universidad de Buenos Aires con la inauguración de su tan esperado taller de prototipos. La socióloga Susana Saulquin, primera y actual directora e integrante de la comisión creadora, cuenta, como fiel testigo, el nacimiento, la maduración y el futuro de una de las carreras de mayor convocatoria.

-¿Por qué se creó la carrera?

-La idea fue del decanato de entonces, porque se habían otorgado unos créditos italianos para indumentaria y en la Argentina se decidió que no se podía exportar lo que previamente se había copiado. Entonces el sueño fue generar diseños propios. En 1988 nos juntamos en una comisión cinco personas, para armar la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil, que en ese momento no sabíamos el nombre que le íbamos a poner. No había ningún antecedente universitario, pero tratamos de inspirarnos en la academia Domus, de Milán, que tenía un curso al que llamaban Fashion. A nivel universitario fue la primera carrera y comenzó en abril de 1989.

-¿En qué situación estaba la industria local cuando se recibieron aquellos primeros diseñadores egresados?

-En esa época regía el 1 a 1, se abrió la importación y todas las primeras camadas se quedaron sin tener la posibilidad de desarrollar sus diseños durante la década del 90. Una década en la cual la industria textil y de la indumentaria cayó estrepitosamente. Se empezó a recuperar a partir de la crisis de 2001.

-¿Qué hacían antes?

-Lo que podían. Primero, no eran tantos como ahora; eran 200 los que cursaban. Lo primero que hicieron fue presentarse a todos los concursos, especialmente a Tela y Talento, un concurso de Alpargatas, y se unieron e hicieron una cooperativa, alquilaron una galería que estaba vacía, a bajo precio, y allí empezaron a vender sus diseños. Era la Galería del Bajo, en la calle Florida. Recuerdo que Nadine Zlotogora tenía el negocio más chiquito al fondo de la galería. Estaban Vero Ivaldi, los hermanos Estebecorena y Mariana Cortese, de Juana de Arco, que en esa época se llamaba Culebra Sensible; había una veintena de creativos. Fue la generación de 2000, el germen de lo que después generó los ahora diversos circuitos de diseño en Buenos Aires, con Palermo a la cabeza.

-¿No habría diseño de autor argentino sin la UBA?

-La carrera fue dinamizadora y la que realmente incorporó el status de diseño. Hasta el momento no se hablaba mucho de la palabra moda. El énfasis estaba puesto en el diseño de indumentaria y el diseño textil, es decir, en el diseño. Eso iba a ser lo que iba a definir en cierta medida a la UBA, específicamente a la FADU. Nuestros alumnos, a partir de 2001, empezaron también con Palermo. El primer emprendimiento y negocio que se abrió en la zona fue Salsipuedes, era una cooperativa de un montón de diseñadores que iban y colgaban sus propuestas.

-¿Qué nombres importantes salieron de esta carrera?

-Pablo Ramírez, Vero Ivaldi, Nadine Zlotogora, Cora Groppo, Cecilia Gadea, Araceli Pourcel, Camila Milessi, Emiliano Blanco (Kostüme), Vicki Otero, Mariana Dappiano, todos los conocidos. Eran de 10. Por eso, ahora siempre les digo a los estudiantes que esas primeras camadas tenían tanto 10 en la materia Diseño como en Sociología. Eran muy buenos y excelentes trabajadores.

-Será por eso que hay mucha gente que entra pensando que va a ser una estrella...

-Bueno, tratamos en primer año de sacarles esa idea. Pero hay una gran cuota de narcisismo en el diseñador de indumentaria, que en cambio no tiene el diseñador textil. Y se da especialmente en la moda. Creo que el diseño, y la solución de problemas específicos, tendría que estar mucho más alejado de eso. Es decir, un diseño funcional, con tecnología incorporada, y no tanto esa impronta que es con la que, alguna parte de los alumnos, están encandilados al principio.

-¿Qué le falta al graduado de Diseño de Indumentaria y Textil para salir a enfrentarse al mercado?

-Ningún profesional universitario que se recibe con un título bajo el brazo está capacitado con todo para salir al mundo. A esta carrera le falta un año más, donde se pueda dar toda la parte de estructuras de indumentaria, moldería. Además le sumaría una cantidad de horas mayor para poder acceder a los posgrados internacionales, y sería interesante también hacer algunos pequeños cambios.

-¿Cuáles?

-Por ejemplo, no puede ser que para un diseñador textil la materia tintorería y estampería sea electiva, tiene que ser obligatoria. Estas son las fallas que por falta de presupuesto aún no se han podido resolver.

-¿Inaugurarán el taller de prototipos finalmente?

-Al cierre de mi gestión, pero lo tenemos. En 1992 había conseguido una donación, pero cuando me fui quedó sin instrumentar. Luego, la ex directora de la carrera Graciela Suen retomó la iniciativa y estuvo trabajando muchísimo, pero no se pudo concretar. Cuando volví, finalmente se hizo un convenio con la empresa Santana Textiles. Con muy buen criterio, dijeron: "Estamos invirtiendo en 5000 alumnos para que conozcan nuestro denim y tengan la posibilidad de hacer prototipos textiles". Además, compramos las máquinas con un convenio que se hizo con el Ministerio de Educación, y la FADU cedió un espacio físico importante.

-¿Hay posibilidades de una nueva camada como la de 2001?

-Camada, no. Ahora ya no es un grupo, sino individualidades. Se está desarticulando el sistema de la moda y ahí está la crisis para el que venga con tendencias pautadas. Estamos de a poquito generando nuevos diseñadores. Lo interesante de BAFWeek, o del concurso Semillero que se realiza en este evento, es que genera visibilidad a dos diseñadores por temporada, nada más y nada menos que aquello que en definitiva también hace la escuela Saint Martin?s. Pero, por ejemplo, el joven diseñador Fernando More, que se destacó en el último Semillero-BAF, le hizo la colección a Wanama. Lo mismo la otra ganadora, Aldana Strifezza para Ayres, que le diseñó una pequeña colección. Las marcas apuestan a estos diseñadores que están saliendo a cuentagotas.

-Este año termina su asignación como directora de la carrera. ¿Cuál es su balance?

-Cada director tiene su propia filosofía. Yo instrumenté la mía: mucho diseño de autor, mucha exposición hacia afuera, en BAF, por ejemplo, en el taller de prototipos. También la posibilidad de darle a lo textil un lugar relevante, que de hecho lo tuvo con el premio BrasTex, de Emitex. Le doy mucha importancia a la creatividad, pero también a la relación con la industria. Para que la industria se de cuenta de que necesita de los diseñadores.

Por Karen Kim


Cátedras y estilos

Son seis las cátedras de Diseño de Indumentaria y cuatro las de Diseño Textil, de la Facultad de Diseño y Urbanismo de la UBA, y cada una tiene estilos y filosofías particulares.

* Andrea Saltzman fue una de las primeras arquitectas que tuvo su cátedra en la carrera, cuando ni siquiera existían los diseñadores de indumentaria. Propone pensar al cuerpo como un espacio habitable. El diseño inspirado en el individuo insertado en un universo particular.

* El arquitecto Normando Martin también fue uno de los docentes pioneros. El único que posee una cátedra en cada orientación. Con un lineamiento más cercano al producto comercial, pero manteniendo la necesidad del diseño como discurso y satisfaciendo las necesidades funcionales.

* La diseñadora de indumentaria Verónica Fiorini y la diseñadora textil Marisa Camargo dicen con orgullo ser las jefas de las primeras cátedras conformadas por graduados. Ambas se orientan también al producto comercial, pero marcando la coherencia entre mensaje y objeto diseñado.

* Gabriela Nirino es heredera académica de la artista Gracia Cutuli. Su cátedra tiene un perfil más cercano al arte textil, donde las técnicas manuales y materiales experimentales se mezclan con tecnologías industriales.

* Los diseños de la cátedra de Jorge Moragues son fácilmente reconocibles por su ardua experimentación tanto morfológica como de materiales, donde las siluetas se vuelven dramáticas.

* Los trabajos de los alumnos de la cátedra de Rubén Kuc se caracterizan, en cambio, por la elegancia de lo simple, sin dejar de lado la creatividad.

* La cátedra de diseño textil de Clara Izza tiene una marcada orientación hacia el rol del diseñador en la industria, sin dejar de lado la intención comunicacional.

* Y la más reciente de las cátedras de indumentaria, la de Rupert Brocher , propone conjugar el histrionismo plástico del vestuario escénico con la funcionalidad de la indumentaria urbana.

Link