martes, 18 de agosto de 2009

Semillero UBA BafWeek

18/08/2009 por Carolina Pierro y Karen Kim para Trendxchange

Fernando More y Aldana Strifezza, ganadores de la última edición


Nueva sangre, nuevas ideas y nuevas puntadas. Fernando More y Aldana Strifezza son los ganadores de la última edición del Semillero UBA BAFWeek, el concurso que premia hace cuatro temporadas a dos tesis de la carrera de Diseño de Indumentaria de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires con el apoyo de Paseo Alcorta. En esta oportunidad el jurado estuvo compuesto por los diseñadores Camila Milessi, de Kostüme, Marcelo Senra y Vicki Otero. Los ganadores debutaron en la pasarela de la edición primavera-verano 09/10 de la BAFWeek.


-¿Cuál fue el punto de partida de sus colecciones?
Fernando More: -Antes de empezar el ciclo lectivo del 2008 buscaba imágenes, sacaba fotos, escribía cosas. Me interesa el tema de la corsetería, tanto en el hombre como en la mujer. A partir de ahí pensé cómo actualizarlo, tal vez desde el lado ortopédico; cómo se mantiene rígido al cuerpo, y proporcionar comodidad; ceñir el cuerpo y permitirle movimiento. Respetando la materialidad y los recursos, experimenté, por ejemplo, con fajas ortopédicas en camisas. Partí, entonces, de la corsetería y la fusión entre lo femenino y lo masculino. No la pensé como una colección para alguien en concreto, sino que hice lo que siempre quise hacer. Yo tengo un tema, casi una obsesión, con la perfección. Tiene que ver también con la sastrería. Trabajé con el tema del reciclaje. En la carrera siempre fuimos a ferias de cosas usadas y antiguas, y no entiendo cómo alguien puede pensar que un traje genial no lo va a usar más. Es volver a eso, a lo que la gente deshecha, repensarlo y usar ese traje que, al ser algo ya armado, te aporta pautas de construcción, que se mezclan con estampas, contenedores, pensando más en la funcionalidad de un modo urbano.

Aldana Strifezza: -A partir de unas lecturas y unos sueños empecé a investigar. Traté de volcar todo lo que fui aprendiendo durante la carrera. Lo vi también, no como un cierre, sino como una posibilidad de experimentar todas esas formas, morfologías y estructuras portantes. Junté todo eso sin pensar en el mercado, permitiéndome jugar con las formas, experimentar con las texturas, intervenir con estampas, buscando recursos, trabajando sobre el maniquí. De ahí saqué fotos, y con las imágenes en la computadora fui armando nuevas formas y nuevos rectores.

-¿Cómo llegaron a las cátedras de Diseño de Indumentaria?
F.M.: -Yo siempre supe que quería estudiar esto, pero nunca supe por qué. Vengo de Ezeiza, casi un pueblo. Me anoté en la carrera y no tenía ni la menor idea de lo que era. Creo que tuve suerte de elegir bien, lo mismo con las cátedras. Hice los tres años en Saltzman y me encantó porque pasamos por varios campos de las disciplinas artísticas; ella tiene su impronta teatral, de danza y video. Te da todo un bagaje más allá de manejar perfectamente la morfología o limitarte a lo que es la indumentaria.
A.S.: -Elegí la cátedra Moragues porque me encanta. Para mí, si partís del dibujo no llegás a esto. Yo llegué a este resultado gracias a que tuve toda esta experimentación con la tela. Por ejemplo, estoy trabajando con este cuero sin terminar, porque me gusta pintarlo, intervenirlo y que tenga distintos matices, algo como mucho más experimental.
F.M.: -Por eso está bueno valerse de todos los recursos que uno tiene.

-¿Cómo fue la experiencia de la cursada del último año a nivel grupal?
F.M.: -Bastante buena. Éramos un grupo de amigos y nos corregíamos entre nosotros. El tema de la tesis es 50% de nervios y crisis, y 50% de hacer; si compartís la crisis con todo el mundo es mejor. La consigna era diseñar una colección con tres líneas. En el Semillero se presentan diez conjuntos.

-¿Qué expectativas tenían respecto de BAF?
F. M.: -Ser conocido. La verdad que yo no vi mucho del BAF, ni del Semillero en particular. No conozco a todos los que ganaron, ni vi sus trabajos. Por eso no sabía bien cómo eran las cosas, sólo lo que hay que hacer.
A. S.: -En pasarela uno muestra la colección que hizo, lo que quiere expresar. Todas las sensaciones con las telas, texturas, terminaciones, estampas. Se sabe que es la posibilidad de mostrar todo lo que uno hizo. El hecho de llevar atrás el nombre Semillero UBA te permite jugar un poco.
F.M.: -Nos decía Susana Saulquin que no estábamos atados de manos y pies por el mercado.
A.S.: -Lo bueno era que los diseñadores vieran la capacidad que uno tiene. Obviamente yo no tengo la posibilidad de abrirme una marca mañana.

-¿Cómo vivieron el proceso de selección?
A.S.: -La cátedra elige dos finalistas para verano y dos para invierno; de las seis cátedras se presentaron esta vez sólo cuatro. Después de ver el trabajo de los ocho seleccionados, llaman a cinco a una entrevista a defender la colección: explicar la propuesta, la elección de avíos, materialidades y todo lo que habíamos hecho. En mi caso hubo preguntas de realización, moldería y me preguntaron si tenía taller. Hay cosas que son difíciles de explicar porque ya son sistemáticas.
F.M.: -En mi caso no lo sentí así. Obviamente que estaba súper nervioso. Lo que pasa es que yo para hablar soy bastante torpe: me expreso mucho más con una foto o mostrando mi proyecto, por eso necesito tener las láminas para hablar.

-¿Están trabajando para alguna marca?
F. M: -No. Me encantaría tener algo propio. Para mí el concurso es importante para que la gente vea lo que hago. Siempre digo que soy lo que hago: soy estas fotos, soy la ropa... O sea, permitir que tanta gente vea cómo soy es una buena oportunidad.
A.S.: -Sí, me gustaría a futuro tener mi marca, poder hacer mis cosas, tengo mil ideas de accesorios, bolsos. Lo que sí creo que uno también estudia en una universidad pública, y tiene que estar aquel que va para poder aprender y lograr lo que quiere, ya sea abrir su marca o después continuarlo en vestuario o el camino que quiera, pero también está bueno que haya un mercado donde nosotros podamos servir como diseñadores, porque tenemos todo esto de lo experimental y nuevas propuestas, pero también tenemos la parte técnica y de entrenamiento en todo lo que son colecciones.

-¿Ven nuevas camadas de diseñadores?
F.M.: -Hay, pero con proyectos más chiquitos. Muchos tienen sus remeras, sus accesorios, lo cual está muy bueno porque hacen especies de eventos: se juntan en un bar, tocan bandas y venden sus cosas. También se valen de las nuevas tecnologías. Hoy en día la gente te conoce más por Facebook que por otra cosa, entonces uno tiene que poder manejar bien esas herramientas.


Desfile

Los ganadores del concurso Semillero UBA BAFWeek fueron los encargados de abrir la pasarela durante la última jornada de la semana. Fernando More mostró un fragmento de La ira, el perdón y la ausencia: indumentaria masculina que parte de sastrería reciclada mezclada con remeras, estampas y recursos de la indumentaria ortopédica como las fajas y las ballenas. El resultado: una imagen que hacía recordar a los niños de los años 40, pero dramáticamente reprimidos a través de instrumentos de contención. En cambio Aldana Strifezza, con su Distorsión, presentó una serie de vestidos y conjuntos en estrictos blanco y gris muy claro, con una silueta mucho más experimental; sucesión de elementos que dibujaban ejes modificados, cuellos y mangas en macro escala y texturas realizadas a partir de elementos no convencionales como clavos y pequeños frascos de perfumes y cuero intervenido.

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viernes, 14 de agosto de 2009

Estudiantes con marca registrada

14/08/2009 por Carolina Pierro y Karen Kim para Trendxchange

Proyectos productivos que nacen en las aulas


Para los que piensan que después del 2001 no surgieron nuevos talentos, cuatro ejemplos de flamantes proyectos. Todos nacidos en las aulas taller de la FADU, hijos de jóvenes diseñadores, hoy emprendedores que se abren paso y crecen a su propio ritmo. Confesiones, testimonios, anécdotas, técnicas. Y tiempo al tiempo...


Verdugo

Surge en 2006, de trabajos en equipo para la materia Diseño. María Luz Rodríguez, Martina Goobar y Nicolás Guastavino tuvieron la iniciativa de desarrollar un proyecto juntos, por la necesidad de llevar a producto las ideas, estéticas y gustos similares. La carrera jugó un rol muy importante. Por un lado, con respecto a lo tecnológico y productivo: el armado de fichas técnicas, el conocimiento de los materiales, sus propiedades, limitaciones y los avíos adecuados. En relación con el marketing y branding, brindó herramientas para generar una marca coherente, desde el nombre, el logo, la tipografía y el sitio.
Debido a la carga horaria de la carrera, desarrollaron bolsos y accesorios, que no necesitan progresión de talles, ni amplia variedad morfológica, y tienen un proceso productivo más acotado. Variando materias primas, colores, avíos y estampas, generan variedad de productos. Con una pequeña inversión desarrollaron la primera colección, que apuntaba un usuario unisex, para ampliar el margen de ganancias. Así, la idea fue que cada colección financiara a la siguiente generando una marca autosuficiente. Hoy, y a diferencia de las dos primeras colecciones donde utilizaron telas ya estampadas, Verdugo incursiona en el estampado artesanal, valiéndose de las posibilidades que otorga el denim. La producción es acotada. Son productos más artesanales y valorados por el cliente. En el futuro, Verdugo espera ampliar su gama de productos, ofreciendo pequeñas series de prendas y accesorios, y más adelante, colecciones por temporada.


Descartes

Tienda Descartes nació como proyecto final de la carrera de Diseño Textil de Antonela Del Vecchio. Comparte con Trendxchange su proceso: "El emprendimiento no nació concientemente. Durante la carrera me dediqué a aprender al máximo y aprovechar cada trabajo que se presentaba como un desafío a mis propios esquemas y a mi forma de concebir el diseño. Cada cosa aportó una nueva visión. No puedo negar que mientras estaba cursando sentía que lo único que trataban de hacer era cortar toda mi inspiración y grandes ideas y enlatarlas en lo que a los profesores les gustaba. No tardé mucho en darme cuenta de que lo que estaban tratando de hacer era darme herramientas para cuando llegara el momento de diseñar por mi cuenta propia".
"Con Tienda Descartes uní dos pasiones que tengo: el diseño y el reciclado. Diseño a partir de la materia prima (lo que para otro sería descarte) y su materialidad. La estética es muy urbana, las estampas en su mayoría están inspiradas en señales de tránsito, fotos de ciudades e imágenes ferroviarias, para trasmitir la idea del re-uso dentro de la ciudad misma. Genero todo tipo de objetos contenedores. Son únicos porque lo materiales descartados son siempre diferentes. Quiero cambiar la idea sobre lo que se considera útil y lo que se considera inútil. En un mundo cada vez más descartable, Tienda Descartes colabora en la creación de conciencia ecológica. Convertir lo `desechable´ en algo útil; dignificar a través del diseño".
Comprende dos líneas. Casa: pantuflas hechas con descartes de cuellos de punto y suela de cuero, gorras de baño, blocks realizados con fotocopias y sets de contenedores plegables. Urbano: portalibros/ portacuadernos de cuero o cuerina, ecobags o bolsas tipo camiseta plegables para llevar en la cartera, bolsos de lona para hacer las compras y decirle no al polietileno, fundas para laptop y portacámaras estampadas. Para verlos, están en Thames 1916, Palermo.


Me contó un pajarito

Con un perfil mucho más comercial y con un negocio ya consolidado, las chicas de Me contó un pajarito diseñan trajes de baño para niños desde el año 2007. Mientras cursaban el tercer año de la carrera, Belén Cassina, Laura Bella y Lucila Torres, amigas y compañeras de facultad, investigaron el mercado y aunaron experiencias laborales para decidirse por este rubro poco explotado. "Ofrecemos distintas líneas, cada una con una estética diferente. La idea es que los chicos puedan elegir cuál es su estilo. Los productos tienen un valor agregado, que es un packaging, accesorios y calcos", comenta Belén.
Para crear su negocio, implementaron todo lo que aprendieron en la FADU, pero sienten que no fue suficiente. "Lo que se estudia es muy básico. En cuanto a producto la facultad nos ayudó en un cien por cien, pero a la hora de las ventas, comercialización, producción y logística, tuvimos que capacitarnos con cursos de emprendedores y preguntar a la gente con experiencia en negocios. La facultad te da la teoría, pero la práctica es mucho más compleja. Cambió mucho la forma de entender los trabajos prácticos cuando empezamos a aplicar los conocimientos adquiridos en nuestro proyecto. Armamos solas nuestro sistema de trabajo, según lo que los talleres demandan, sus tiempos y su forma de trabajar". Las chicas distribuyen sus productos en tiendas de Capital Federal e interior del país. De a poco, comienzan a exportar a Israel y Estados Unidos. Actualmente están planeando lanzar una línea de indumentaria para invierno y tienen como meta muy cercana abrir su propio local.


Silli Sissi

"El vestido es alegre, una lo elige y sos otra, porque es una prenda que te viste entera", dicen Victoria Molina e Inés Elizalde sobre las prendas que diseñan para Silli Sissi. En el verano de 2008 empezaron a pensarlos: "No hay uno igual a otro, únicos y atemporales debido al uso de materiales no del todo convencionales para la fabricación de vestidos y la combinación de colores que no sigue las tendencias." Con el tiempo, este carácter de prenda única hizo fortalecer un aspecto inesperado de la marca, los vestidos de novia y fiesta.
Encuentran en esta tipología la libertad de aplicar prácticamente cualquiera de los conocimientos aprendidos en la materia Diseño: "Los vestidos nos permiten conjugar muchas cosas que nos gustan, como colores, texturas y formas". Pero además el hecho de que Victoria trabaje en una marca de ropa e Inés en vestuario teatral aporta diferentes datos y miradas a la hora de diseñar. En la última temporada de invierno incluyeron a su colección una línea de vestidos íntegramente tejidos industrialmente y planean ampliar la línea de fiesta. Como la mayoría de estos emprendimientos jóvenes, Silli Sissi sólo se consiguen en showroom y en tiendas seleccionadas.

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martes, 11 de agosto de 2009

Susana Saulquin

11/08/2009 por Carolina Pierro y Karen Kim para Trendxchange

Una charla con la directora de la carrera Diseño de Indumentaria y Textil de la UBA

Susana Saulquin, directora de la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, polemiza sobre la carrera, la industria y el mercado local.


-¿Por qué Diseño de Indumentaria y no de Moda?

-Fue mucha la discusión por el nombre. Algunos decían moda, y no: vamos a enfatizar el diseño. Yo siempre insistiendo en que la moda iba a acabar, iba a acabar y qué se yo. El arquitecto Breyer hablaba siempre del indumento. ¿Por qué esa palabra tan fea? Porque es un indumento, porque desde el punto de vista arquitectónico, el espacio y bla... Una cosa es la moda masiva, y que depende de las tendencias, y otra es el diseño. La cuestión era diseño de qué. Después de dos meses de discutir, quedó de Indumentaria. La FADU avanzó con este término que se impuso en toda Latinoamérica.

-¿Cómo evolucionó la carrera en estos 20 años?

-En el año 86, dos años antes de la creación de la carrera, me llamaron de la FADU para que diera una charla en una cátedra de la facultad de Diseño Gráfico. Se alborotó todo el mundo cuando planteé el tema. Era la primera vez que se hablaba de diseño de indumentaria. Inmediatamente me llamaron de la facultad, hubo una reunión. Se sumó el hecho de que el Gobierno Italiano estaba dando unos créditos a PyMes locales que no tuvieran diseño. Entonces, Carmen Córdoba, en ese momento secretaria académica y después decana, dijo: "Hay que hacer una carrera".

-¿En qué quedaron las propuestas de reformas del Foro Académico 2006?

-Todavía no se llevaron a cabo. Yo dije: qué bueno tener la posibilidad de reestructurar las materias, 20 años después. También pedí pasar Sociología, para que los chicos tuvieran las historias antes. Nadie me hizo caso. Ahí quedó, en standbye. Puede ser por decisión política, porque es mucho trabajo, y hay que conseguir o derivar presupuesto de otras cosas a la currícula. Los cambios eran bárbaros, y agregábamos un año más porque ¿qué pasa? Nuestra carrera tiene dos mil y pico de horas, y con eso no se puede acceder a posgrados. Con cinco años sería bien sólida la carrera. Tintorería y estampado, ¿sabés cómo tendría que estar obligatoria esa materia? Un desastre. Pero bueno, ya te digo lo que pasó estructuralmente. En su comienzo hubo prejuicios, gente que no sabía mucho del tema. Recién ahora está cambiando eso. Decían que moldería era corte y confección, de modistas. No había forma de hacerles entender que así como la materia Estructuras está en Arquitectura, para poder trabajar las morfologías es necesario saber de estructura de prendas, de moldería.

-¿Qué harías si tuvieras más tiempo como directora de la carrera?

-Me dedicaría nada más que a enfatizar la necesidad de poner un año más. Agregaría tres molderías: Moldería, Morfología y Fundamentos Geométricos del Modelaje, materias estructurales que acompañen a los tres Diseños. Después podría haber Psicología o Semiología de los signos. Estampería y tintorería tendrían que ser obligatorias y tener su taller, son fundamentales.

-¿Cómo se integra la carrera con otras disciplinas?

-Podría estar diciendo todo pour la gallerie, para quedar bien. Pero yo te digo la verdad: nunca se pudo hacer. Había un proyecto que se llamaba PIA, Proyecto de Integración Académica, en el cual trabajamos como tres años en los 90 para logar la integración de todos los diseños. Nunca se pudo, porque hay un fuerte rechazo de Arquitectura. Pero no pueden echarnos porque estamos bien enquistados ahí. Entonces se trabajó mucho en común, con materias que pudieran ser horizontales, aunque después se notó que había problemas; las especificidades son muy distintas. Se hace con las electivas y siempre se habló de abrirse hacia Arte o Economía. El tema es que nosotros no vamos; la FADU es un poco soberbia. Yo creo que con los posgrados se va lograr.

-¿Cómo ayuda la FADU en la inserción de sus diseñadores en el mercado?

-Estamos tratando de ver como darles visibilidad a los chicos. Erróneamente pensé que llegaría por Semillero, que iba a ser más dinámico. Pero quizás es demasiado conceptual. La idea es que se presenten cosas nuevas, con originalidad y diseño, con morfologías y conceptos claros; darles a los ganadores de Semillero UBA un empujón.

-¿Qué pasa con los ganadores de Semillero?

-Daniel Turner, uno de los primeros ganadores, es muy genial, y tendría que estar ocupando los nuevos espacios. Lo que pasa es que tiene que haber toda una estructura, como hacen en Inglaterra. A la Argentina le faltan empresarios. No entienden, nadie entiende nada. Esa es la verdad. Hay comerciantes, no empresario con planificación para el futuro. Falla el sistema acá, directamente. Las individualidades son geniales, ese es el grave problema. Hay muchos celos, envidias, soberbia y egocentrismo. No así en Colombia ni en Brasil. Estamos paveando, perdiendo la posibilidad y nuestras ventajas comparativas que son el diseño y la creatividad. Somos creativos, insoportables, pero creativos.

-Una predicción...

-Cuando apareció el picudo hace años, que por algo aparece una plaga, yo propuse al algodón orgánico. A lo que me contestaron: vos estás loca, que voy a andar gastando en esa porquería. Empezó la plaga y yo, que voy a la fundación ProTejer porque la dirección de la UBA tiene un asiento, escucho sobre el picudo y, aunque no soy mala, por adentro de mi corazón dije: "y se les va a comer todo. Avanza, y no se han abierto al algodón orgánico". Es caro, pero si la Universidad de La Rioja lo empezó a hacer, la de San Juan también y ahí se quedó, es porque nadie da apoyo. No tienen esa visión empresarial, no planifican. El algodón no es el material del siglo XXI, no lo es. Lo va a ser la lana, otros tipos de materiales. Tiene que ser la gente joven la que realmente cambie el proyecto de la Argentina.

-¿Qué va a venir?

-Yo siempre pienso en el futuro, en lo que va a venir. Resulta que estaba de viaje en Islandia y, un día nublado salgo a caminar. Llovía. En Reykiavik hay 30000 personas, no hay nadie nunca por la calle, no hay autos, está todo vacío. Caminando por el borde de un lago enorme digo, haciéndome la mística: ¿Por qué no me bajan ideas de lo que va a venir? ¿Qué va a pasar? Entonces en ese momento me agarra un miedo. Se oscurece todo y aparece una cosa que me envuelve, un viento. Nunca en mi vida me había pasado una cosa así. Porque soy muy racional. Me envolvió como un torbellino y empecé a correr. Un huracán chiquitito me envolvía. Una cosa rarísima y dije ¿Qué pregunté? Empiezo a correr como loca muerta de miedo. Yo pensé que me iban a bajar ideas. Entonces miro para el lago, y había un arco iris increíble sobre el lago y dije: "bueno, está bien. Puede ser que después de la debacle va a haber un arco iris". No me lo voy a olvidar nunca más; no voy a preguntar nunca más. Muy loco todo eso, pero divertido.

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viernes, 7 de agosto de 2009

Generación 2001

07/08/2009 por Carolina Pierro y Karen Kim para Trendxchange

Triunfadores en la adversidad formados por la UBA

A partir de la hipótesis "toda crisis es motor de cambios", consultamos a diseñadores de la generación 2001 salidos de las aulas de la UBA. Una retrospectiva y una visión a futuro. Cuatro referentes, cuatro preguntas y muchas respuestas.


-Considerando a la FADU como laboratorio de experimentación, ¿cómo fue pasar de crear prendas conceptualmente extremas a productos factibles de funcionar dentro del mercado, del prototipo único a la producción industrial?

Vicki Otero: -Eso es algo que se va dando naturalmente cuando esto se transforma en un medio de vida. Mis primeras colecciones eran mucho más conceptuales, pero a medida en que las prendas quedaban colgadas en el perchero y no salían, pensaba: ¿para quién lo hago si no se vende? ¿cómo sigo adelante? No hay otra manera.... Hoy trabajo mucho contemplando la necesidad del consumidor, buscando el equilibrio entre el concepto y lo comercial......y creo que hoy puedo retomar el camino de la experimentación desde otro lugar. Creo que el posicionamiento y la identidad que adquirió mi marca desde que comenzó hoy me permite vender prendas más jugadas.

Mariana Dappiano: -Pasa por la maduración de uno como profesional. Empezar a disfrutar también de que la gente use nuestros diseños y los disfrute. Además, entender esto como un negocio que tiene que seguir funcionando para poder seguir experimentando. Trabajar para empresas antes de lanzarse como diseñador independiente permite una prueba y error de productos, y también estar acompañados en el proceso por gente con más experiencia.

Pablo Ramírez: -En mi caso, lo primero que hice fue trabajar durante siete años como diseñador en el departamento de producto de diferentes marcas, así que fue muy natural el "aterrizaje forzoso".

Hermanos Estebecorena: -Es un gran aprendizaje ver qué es lo que quiere la gente. Creo que el paso es hacer lo que uno quiere decir y poder escuchar qué es lo que la gente quiere decir. Después empezás a trabajar en el diálogo. Pero primero está esa one way communication, que necesariamente tiene que evolucionar en un equilibrio de propuesta y atención.


-¿Qué aspectos diferenciales hicieron que su generación de diseñadores no sólo consolidara, sino también creara un mercado local para el diseño de autor?

V.O.: -Principalmente creo que cada uno hizo lo suyo sin mirar hacia afuera. Mostrarnos en la misma plataforma nos dio el marco de diseñadores de autor, y sobre todo seguimos adelante con nuestros proyectos, a pesar de todas las adversidades.....
M.D.: -Una facultad de diseño controvertida, experimental y de poca gente nos forjó como emprendedores. Empresas que creyeron en nosotros nos ayudaron a dar los primeros pasos. Y un mercado vacío de propuesta nos dio lugar a crecer como alternativa en el 2001 a las marcas que no tenían producto o cerraban. Nosotros no teníamos nada para perder y avanzamos.
P.R.: -Primero, todo era nuevo. Había mucha avidez de hacer, de saber; no había información como hay ahora, así que todo era una gran incógnita además de un terreno fértil. La carrera era nueva, y nuestros docentes no tenían una experiencia muy certera o probada en esto. No había un "pasado", sino que todos venían de otras ramas del diseño o del arte. Estaban aproximados a la moda, pero concretamente, el camino que luego empezamos a recorrer docentes y alumnos fue algo verdaderamente nuevo. Por otro lado, fueron la realidad económica y nuestra capacidad de adaptación las que generaron el movimiento del diseño de autor.
H.E.: -Creo que ser los primeros universitarios en hacer diseño de indumentaria fue bastante importante. No había otros haciéndolo y lo empezamos como lo creíamos mejor. Por ahí si alguien hubiera estado antes, lo hecho previamente hubiera condicionado nuestro comienzo. Fue un poco inconsciente, a las dos semanas de abrir nuestro local teníamos a los periodistas de Spruce, de Wallpaper, queriendo fotografiar lo que hacíamos y saber de nuestra historia. La crisis del 2001 hizo que el público en general que estaba acostumbrado a comprar importado o ir al exterior a comprar marcas extranjeras se encontrara ante un cambio. Fue como un momento de tocar fondo y ver qué había en el inventario. La gente encontró opciones locales que eran competitivas, reconocidas internacionalmente, y por sobre todo eran propuestas que tenían mucho que ver con ellos mismos, que estaban pensadas para ellos. La atención de la prensa local ayudó mucho en todo esto y fue muy importante. Las grandes marcas estaban en baja y dejaron un espacio para que otros pudieran crecer. Tuvimos la vocación emprendedora, ganas de hacer nuestros propios proyectos. Esto transformó al barrio de Palermo (hasta ese momento un barrio de talleres mecánicos) en un destino turístico internacional. Palermo no tenía nada que lo relacionara con el diseño, la gastronomía gourmet o los hoteles boutique. Es el trabajo de hormiga de diseñadores, restaurantes y hoteleros que cambió en cinco años un barrio sin ningún antecedente de sofisticación o diseño, agregándole un enorme valor y propiciando buenos negocios. Hoy, en vez de proteger este valor tan reconocido internacionalmente, se lo bastardea con cualquier propuesta que no engaña a la clientela internacional, sino que la ahuyenta o defrauda.


-¿Ven una nueva generación de diseñadores?
V.O.: -Estarán escondidos... En la UBA vi trabajos muy buenos de los egresados. Pero después no pasa nada... Es algo que me pregunto bastante últimamente...
M.D.: -Sí, tímida, pero creo que en unos años se comenzará a consolidar.
P.R.: -Creo que hay una gran confusión, producto de los medios de comunicación y este "exceso de información". Las nuevas generaciones ven en esta carrera una "salida", y yo creo que esto es una gran problemática, donde la única solución es trabajar, luchar y seguir para adelante. Esto es un trabajo, no es la gloria. Pareciera que las nuevas generaciones sólo esperan el "reconocimiento" y nadie está dispuesto al sacrificio. Se está perdiendo la cultura del trabajo en pos de la fama.
H.E.: -No estamos muy informados al respecto. Nuestro trabajo nos tiene muy concentrados en lo que hacemos. En septiembre vamos a ir a Rooms en Tokio invitados por la Cancillería y compartiremos el lugar con algunos nombres nuevos, vamos a ver cómo son allí.


-¿Qué cualidades necesitan los diseñadores emergentes hoy para hacerse un lugar?
M.D.: -Profesionalismo, calidad y buenas ideas.
P.R.: -La más importante es tener mucha capacidad de trabajo, de entrega. Yo creo que el objetivo tiene que ser éste. Que lo otro si llega, llega después, y es sólo el resultado de todo lo anterior. En definitiva: dejar de lado la especulación.
H.E.: -Generar una identidad propia, una propuesta que sea competitiva y desarrollar un producto de calidad inobjetable. Tiene que haber algo de diseño para ser vendido y estar bien hecho, eso es lo primero. Creo que después hay mucho de gestión y administración que de no ser atendido, hace fracasar muchos proyectos. Hay que atender a la Musa y al plan, y que salga bien.

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